El Peso durante el Embarazo: Cosas que debes Saber

Peso durante Embarazo | © LanaK - Fotolia.com

Peso durante Embarazo | © LanaK – Fotolia.com

El cuerpo de la mujer es sumamente complejo y, por ello, son muchos los cambios tanto físicos como hormonales que experimentamos a lo largo de nuestra vida. Y los meses de embarazo son, probablemente, en los que se concentra una mayor parte de estos cambios y en los que surgen más dudas respecto a nuestro propio cuerpo.

El embarazo produce siempre un aumento del peso corporal, que varía en cada mujer e incluso en cada embarazo.

Por razones obvias, a lo largo de los 9 meses de gestación vemos cómo nuestro cuerpo va aumentando su peso de manera exponencial. Esto ocurre porque debe convertirse en el “recipiente” para el desarrollo de la nueva criatura y soportar tanto su peso como el nuestro. Este aumento de peso se debe no solo al propio del bebé sino a que nosotras producimos un volumen mayor de líquido sanguíneo y de otras sustancias, que retenemos en nuestro organismo.

Así pues, al peso del feto se añaden el peso del útero, de la placenta, del líquido amniótico, de la grasa y el líquido (agua, en su mayoría) acumulados y del aumento en el volumen del pecho. Con todo, se calcula que el promedio de peso que gana una mujer durante el periodo de gestación es de unos 12,6 kilos, de los cuales hasta 5 de ellos pertenecen al líquido amniótico y a la placenta que son expulsados en el momento de dar a luz.

Cada embarazo es diferente

Partiendo de la base de que cada mujer tiene su propia anatomía y constitución, es importante saber que no sirve de nada compararse con otras “mamás”. No debes preocuparte si has ganado más o menos peso que la mayoría de tus amigas y conocidas, porque incluso aquellas que han tenido más de un hijo han tenido más de un tipo de embarazo. De hecho, con el peso de la mujer sucede lo mismo que con las náuseas, las tan entrañables “pataditas” del bebé o la retención de líquidos: cada bebé pasa por su propio tipo de gestación.

Cabe mencionar que en el ámbito profesional, se dice que los parámetros de aumento de peso durante el embarazo que entran dentro de la normalidad se encuentran entre los 11 y los 18 kilos, lo que ya muestra el gran espectro de variaciones que puede existir entre una mujer y otra.

En estas últimas décadas ha surgido una tendencia generalizada que promueve unos patrones de alimentación y de actividad muy rígidos para las embarazadas. De hecho, el control médico sobre el proceso del embarazo es sumamente estricto y vigilado por los especialistas; obligándonos a realizarnos pruebas de peso cada pocos días.

Si bien es cierto que precisamente un mayor conocimiento médico garantiza que el feto se desarrolle correctamente, este control del peso de la mujer hace que muchas nos obsesionemos con este tema. Lo cual, tampoco es nada bueno porque puede generarnos estrés.

La norma de oro: olvídate de hacer dieta

Por otro lado, también es habitual que tanto hombres como mujeres vivamos constantemente preocupados por los cánones de belleza que impone la sociedad. Pero tener presentes estas cuestiones cuando otra vida se está gestando en nosotras, no es nada positivo. El desarrollo de un bebé es algo muy serio, por lo que debes olvidarte de aportar a tu cuerpo una dosis insuficiente de todos los nutrientes necesarios. Y la gran mayoría de dietas, por no decir todas, eliminan completamente algunas de las vitaminas que deben formar parte de una alimentación equilibrada.

Sin embargo, esto no quiere decir que no debas cuidar tu alimentación. Se recomienda comer de todo pero sin pasarse con las grasas saturadas, que suelen formar parte de alimentos envasados y bollería y que no aportan más que calorías vacías. Puedes comerlas pero, como todo, en su justa medida.

También debes mantener la ingesta de un mínimo de cinco piezas de fruta y verdura al día, algo que es una regla de oro tanto para la mujer embarazada como para hombres, niños o ancianos. Igualmente, es recomendable no comer más de tres raciones de carnes rojas a la semana y apostar por alimentos con fibra y sin azúcares añadidos. Como puedes ver, se trata de unas recomendaciones que no distan mucho de las que se les daría a cualquier persona preocupada por mantener una ingesta sana de alimentos.

¿Y en cuánta cantidad?

En lo que respecta a la cantidad de las ingestas, las mujeres embarazadas suelen optar por reaccionar siguiendo dos razonamientos contrarios e igualmente drásticos: puesto que como para dos, como el doble; o puesto que quiero un parto sin complicaciones y un bebé pequeño, me quedo con hambre.

Antes que nada, debe decirse que ni una cosa ni la otra son correctas. Recuerda que la salud del feto es siempre lo primero y que escudarte en el embarazo para vengarte por todas las dietas que has hecho en tu vida no será, de ninguna forma, una buena opción.

Aquí es necesario repetir el consejo dado ya con anterioridad: no abuses de las grasas saturadas que se esconden en los productos envasados y en la bollería. Aunque tu estado pueda darte ansiedad y ganas de arrasar con todo lo que hay en la nevera, come únicamente en función de lo que tu cuerpo te pide. La ansiedad y la sensación de hambre son cosas diferentes, y con un exceso de grasas lo único que conseguirás es que éstas se acumulen principalmente en tu cuerpo y que tengas que preocuparte por eliminarlas tras el embarazo.

En el otro lado de la balanza están aquellas futuras madres que deciden pasar hambre, ya sea por motivos estéticos y de apariencia física o con el fin de tener un parto más sencillo, ya que la alimentación insuficiente de la madre repercute directamente sobre el bebé. En efecto, el niño o niña se desarrollará menos y será más pequeño, pero como consecuencia directa de no haber recibido la cantidad de nutrientes que se considera normal para su desarrollo. En consecuencia, jugar con “el hambre” de la madre puede implicar graves problemas de salud para el bebé, ya sea durante los meses de gestación como a lo largo de su vida.

En nuestro artículo “Alimentación Durante el Embarazo: Guía Indispensable” te indicamos cómo debería ser una dieta saludable para embarazadas

¿Y después del embarazo… qué?

Una vez que has dado a luz a tu bebé y has recibido el alta del hospital, te encontrarás con la preocupación de qué hacer con esos excesos flácidos de grasa que se han ido acumulando por todo tu cuerpo. Una vez más, los cánones de belleza siguen ejerciendo presión sobre nosotras, que tendremos que compaginar esa preocupación con la de atender a un nuevo miembro de la familia.

Como ya se ha dicho al inicio de este artículo, en el momento del parto ya se eliminan un mínimo de 5 kilos (más los respectivos al peso del bebé). Poco a poco el organismo femenino va recuperando el volumen sanguíneo que tenía de forma previa al embarazo, el útero reduce su tamaño y los líquidos retenidos se van expulsado. Por tanto, dale tiempo a tu cuerpo para que se acostumbre a la nueva tú.

Con todo, lo más importante es beber dos litros de agua al día con el fin de depurar el cuerpo, mantener una dieta equilibrada y, en la medida de lo posible, realizar ejercicios para tonificar aquellas zonas más afectadas, como suelen ser el vientre y los muslos.

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