Consejos para Madres Agobiadas

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La difícil tarea de la Maternidad | Derechos fotolia

Ser madres nos afecta de maneras que no podemos imaginar y la curva de aprendizaje de las primeras semanas, mientras nos adaptamos a la realidad de tener a un hijo en casa, es especialmente pronunciada.

De sobra sabemos que no se nace sabiendo ser padre o madre; todos tenemos que aprender a serlo. Y esto solo podemos lograrlo si conservamos la calma y permanecemos tan tranquilas y serenas como nos sea posible, para poder a asumir el papel con facilidad. Sin embargo, a veces esto no es posible. Por diferentes razones, puede que no consigamos sentirnos a gusto con la nueva vida y que lleguemos a creer que no podremos con todo.

Este artículo va dedicado a aquellas madres que, pese a sentirse agobiadísimas, no quieren dar el brazo a torcer y continúan asumiendo cada día la difícil tarea de ser madre. Aquí te presentamos una serie de consejos que pueden ayudarte a no darte por vencida y a renovar tus deseos por la vida; y, sobre todo, a disfrutar de la maternidad como sientes que nunca podrás.

El agobio de la rutina

En la maternidad solemos pasar por diversas etapas. Al principio, todo nos parece agradable y entusiasmante, pero con el correr de los días es normal que suframos ciertos altibajos. En un momento podemos estar súper entusiasmadas porque el bebé se ha tomado toda la leche sin protestar y, al siguiente, podemos llegar al borde del llanto porque se la pasa llorando y no sabemos qué puede estar pasándole.

No hay un problema detrás de los sentimientos de inseguridad, vulnerabilidad, incluso en la sensación de abrumamiento en torno a la rutina del hogar. No te angusties más de lo suficiente, estas cosas son normales. Es un nuevo estilo de vida el que emprendes y es necesario que vayas habituándote a él. Te proponemos que encuentres a una sola mujer que no haya sentido alguna vez el peso de esos altibajos en la tarea de ser madre; ¡verás que no la encuentras!

Es común que en las primeras semanas después del nacimiento, nos asedien esas emociones contradictoras que forman parte de un concepto conocido como desánimo posparto. (¡Ojo! No es lo mismo que lo que se conoce como depresión posparto, de lo que te hablaremos un poco más adelante). Los sentimientos de depresión pueden guardar relación con la enorme caída en los niveles de las hormonas del embarazo después del parto, pero también son una reacción previsible ante la enorme responsabilidad que conlleva el nacimiento de un hijo y su crianza. Por otro lado, es el momento en que debes enfrentarte con los cambios sufridos en tu cuerpo y también en tu ritmo y estilo de vida.

Sea cual sea la causa que provoque en ti esas sensaciones, este desánimo debe desaparecer pronto conforme aumente tu confianza en ti misma como madre. Lo mejor, sin embargo, es que no te guardes estas emociones sino que intentes ponerlas en palabra y analizarlas con tranquilidad. Comparte tus sentimientos con tu pareja o con tus amigas y procura pasar mucho tiempo haciendo cosas que te gusten; por ejemplo, viendo comedias, leyendo un buen libro y disfrutando de un buen baño caliente.

Si al verte, de pronto, frente a la tarea de ser madre, descubres que la experiencia no estaba a la altura de lo que habías imaginado; y si encima has tenido un parto con ciertos inconvenientes, es hasta normal que sientas bajones de autoestima. Debes saber que cualquier alteración en un parto sin problemas puede ser traumático, incluso si el bebé llega bien sano, y puede hacerte sentir inquieta.

Posiblemente sientas que has fracasado si, por ejemplo, tuvieron que administrarte un anestésico cuando habías planeado tener un parto natural. Es absolutamente normal que te ocurra esto, y lo más probable es que muy pronto estas sensaciones se desvanezcan; cuando te des cuenta de que eres capaz de criar bien a tu bebé y volver a tu vida rutinaria llena de felicidad.

De todas formas, es importante que hables con tu pareja o con otras personas que puedan escucharte y entenderte. Si sientes que los sentimientos persisten y que no puedes dejar de pensar en el parto, habla con tu médico, él sabrá orientarte para salir de este hoyo.

Asumir la responsabilidad de ser madre sin morir en el intento

La realidad de la maternidad no siempre es tal cual la imaginamos, y muchas veces resulta más exigente de lo que esperábamos. Puede resultar difícil estar siempre de guardia para responder a las necesidades del bebé: cambiarle los pañales, alimentarlo, mimarlo… Pero es verdad que podemos ser madres responsables sin perder el control y sin dejar que el bebé sea quien mande.

Para no perder el control debes tener una alta confianza en ti misma y en tu criterio. Es posible que a veces pienses que todos los demás papás son más capaces que tú; y te asombraría saber que todos ellos también tienen este pensamiento. Pero, ¡es así! y esta disyuntiva responde a la eterna intriga de saber si estamos haciendo bien nuestra labor.

Una de las cosas que posiblemente te agobiará será el enfrentarte conque todos te digan cómo debes cuidar al bebé y te den consejos acerca de cuál es la forma en la que debes educarlo. Si estás pasando por esta situación, los siguientes 4 consejos pueden serte de mucha utilidad.

  1. Hay más de una forma acertada de criar a un niño. Aunque hay principios que no debes olvidar (por ej: que todos los bebés deben recibir amor), el resto de los aspectos se reducen a la opinión personal. Cada familia establece sus propias reglas y decide qué es importante y qué no. Así que no tomes como imprescindible los consejos de nadie. Analízalos y fíjate si estás de acuerdo y si realmente consideras que te vendría bien aplicarlo a tu familia.
  2. Lo que conviene al hijo de otro, puede que al tuyo no le convenga. Aunque el bebé de otra familia se quede dormido cuando lo llevan a dar una vuelta en coche, puede que a ti no te funcione la misma estrategia. Escucha las propuestas de otros padres, pero no des por sentado que esas ideas tendrán el mismo efecto en tu bebé. Mejor acércate a él y descubre de qué forma puedes dormirlo.
  3. En la crianza de los hijos hay modas. En épocas pasadas, era frecuente que se dijera que “a los niños hay que verlos, pero no oírlos”, mientras que, en la actualidad la mayoría de padres anima a sus hijos a expresar sus opiniones con claridad y confianza. No todo el mundo piensa lo mismo y esto puede generar conflictos entre tú y tu familia o la familia de tu pareja. Lo ideal es tomar los consejos de ellos, pero explicarles por qué no estás de acuerdo; es decir, por qué su sistema no te conviene.
  4. No tiene sentido tratar de seguir unos consejos que no te gustan. Si alguien te aconseja que des de comer al bebé cada vez que llora, para disfrutar de paz y tranquilidad, pero eres una persona estructurada a quien le gusta seguir con rigor una rutina, este consejo no te convendrá. Prueba solo aquello con lo que te sientas cómoda y así conseguirás vivir la maternidad sin presiones y de una forma relajada y feliz.

Lo ideal es que escuches bien los consejos, que los analices con detalle y los converses con tu pareja y luego decidas qué quieres hacer.

Buscar tus espacios y disfrutar de tu tiempo

En esta nueva vida no todo será responsabilidad, depende de ti. Debes buscarte momentos de esparcimiento y relajación. Cuanto más puedas planificar, mejor; así que establece una rutina diaria básica con el bebé: sacarlo a pasear por la tarde, bañarlo por la noche, etc.

Siempre que tengas un momento libre, aprovéchalo. Relájate y pon los pies en alto; no hay ninguna ley que diga que tienes que estar en marcha todo el tiempo. Más aún, no olvides tomarte 10 o 15 minutos de descanso varias veces al día, mientras el bebé duerme o tu pareja se está encargando de él. Utiliza este tiempo para hacer algo que de verdad te guste. Incluso puedes realizar ejercicios de relajación o yoga, ¡verás cómo te sientan de maravilla!

Posiblemente una de las peores cosas que pueden sucedernos como madres es perder la autoestima. Comenzar a sentirnos cada día peor, hasta creer que no valemos y abandonarnos a la rutina sin pensar en lo que de verdad deseamos. Esto, tarde o temprano nos llevará a un estado en el que sintamos que no podemos más. ¡No te permitas llegar a él! Piensa cada día en ti, en tus necesidades, en tus deseos. E intenta realizarlos. Nada debería llevarte al desprecio por ti misma o al deseo de abandonar la vida.

La maternidad y las emociones negativas

En el plano emocional la maternidad puede ser sumamente difícil porque nos remueve la conciencia. Es normal que de pronto nos entren violentas ganas de llorar porque nos hemos reencontrado con un dolor de nuestra primera infancia, que habíamos mantenido en silencio.

A veces, nuestros problemas no están exactamente ligados a la maternidad. Ciertas diferencias con nuestra pareja o en el trabajo nos llevan a un estado de estrés que nos hace odiar todo lo que nos rodea, incluyendo nuestra labor de madres. A veces el agotamiento o la soledad juegan un papel decisivo para sentir que ya no podemos más. Y sentimos una presión tan grande que no somos capaces de asumir la vida como tal. De hecho, muchas madres, ante esta desesperante situación deciden irse, porque ya no pueden más. ¡No te permitas llegar a ese estado! Grita, pide ayuda, intenta mejorar tu calidad de vida.

Una de las cosas más dolorosas para una madre es sentir indiferencia o desapego por sus hijos, es algo que suele pasar con la agitación del amamantamiento y que genera muchísima culpa. No queremos tener esas sensaciones, pero tampoco podemos evitarlas.

Muchas veces callamos lo que sentimos por vergüenza, porque nos sentimos malas madres. Esto responde a un modelo de mujer que viene promoviendo la cultura en la cual nos hallamos inmersos, en la que la madre debe soportarlo todo, siendo abnegada, dócil y sumisa. Y, al sentir que no cumplimos con las normas del modelo, nos rompemos por dentro; preferimos quebrarnos internamente a asumir de forma pública que no queremos esa vida, que no pensamos ni sentimos como el resto. No dejes que los prejuicios y preconceptos sociales te anulen como individuo. ¡Lucha por tu independencia y tu felicidad! Si sufres por la lactancia o no llevas bien la maternidad, pide ayuda, conversa sobre lo que te pasa, grítalo si es preciso. Te mereces un espacio y una vida feliz; no permitas que la maternidad se convierta en una tortura, aprende a disfrutar de ella aceptando tus límites y dándote aquello que necesitas para ser feliz.

La depresión posparto

Es una de las patologías más dolorosas que pueden aparecer después de dar a luz. Y, si no es tratada con responsabilidad por parte de la madre y del entorno, pude dejar severas secuelas. No están del todo claras las razones por las que se presenta, sin embargo es importante que estemos atentas para evitar llegar a sentirnos tan mal.

La depresión posparto es una afección que suele diagnosticarse en caso de que las sensaciones del desánimo posparto continúen o se aseveren. Los síntomas que la determinan son:

  • Letargo
  • Dificultad para dormir
  • Sentimientos de pánico
  • Distanciamiento
  • Indiferencia hacia el bebé
  • Temor a hacerle daño a nuestro hijo

Es importante que sepas que todas podemos ser propensas a padecerla y que es una situación sumamente delicada, que puede dejarte indefensa. No dejes que te supere. Recurre a un terapeuta o a un grupo en el que haya mujeres que pasan por la misma circunstancia. Pide ayuda. Expresa que no quieres vivir. Reúnete con gente que te quiera y que deseen a ayudarte. Es muy importante que quienes rodean a una madre estén dispuestos a acompañarla, que la respeten, que la comprendan, que la escuchen. Y, sobre todo, que la ayuden a alivianar el peso de la culpa.

Así que, ya lo sabes. Nada de guardarte sentimientos tristes o de los que te sientas avergonzada. Atrévete a poner en palabras todo lo que estás sintiendo, porque es el único modo de superarlo. No eres mala madre, ni haces mal tu trabajo; eres humana y la responsabilidad que la maternidad carga sobre tus hombros está comenzando a agobiarte. La solución la tienes a mano. Conversa sobre lo que te pasa, intenta relegar responsabilidades en tu pareja y, sobre todo, cuida tu espacio y tu autoestima. Verás que con apenas unos cambios, la maternidad puede convertirse en la cosa más maravillosa que te ha pasado jamás.

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