La Agitación del Amamantamiento: 5 Consejos para no Rechazar al bebé Lactante

agitacion del amamantamiento

Mamás que rechazan al bebe lactante | Derechos fotolia

Seguramente una de las experiencias más gratificantes de la maternidad es el amamantamiento. Un momento en el que podemos sentirnos unidas a nuestro bebé y comprobar cómo va creciendo gracias a nuestra alimentación.

Encontrarás muchísima información respecto a los aspectos positivos del amamantamiento y muchas otras mujeres te hablarán acerca de lo satisfactorio de esta experiencia. Sin embargo, es posible que te resulte difícil encontrar datos respecto a la otra cara; a lo negativo y problemático del amamantamiento. Pero es necesario que también conozcas esto, que existe y les sucede a miles de mujeres.

A las mujeres que han sido madres les resulta muy difícil hablar sobre este tema, porque les genera culpa y vergüenza tener sentimientos negativos que involucren a sus hijos. Pese a todo, es necesario que no nos quedemos incubando estos sentimientos y que intentemos compartirlos para poder entenderlos y entendernos.

En este artículo te hablaremos sobre ese rechazo que algunas mamás sienten al dar el pecho a sus hijos, conocida como agitación del amamantamiento.

El amamantamiento, esa experiencia inigualable

Amamantar significa que el bebé recibe el alimento ideal; la leche materna siempre está disponible y no exige equipamiento o preparativos especiales.

Muchas mujeres disfrutan dando el pecho y esto es beneficioso para sus cuerpos: por ejemplo, puede contribuir a que el útero recupere el tamaño normal. De más está decir que la leche materna es superior a la leche preparada, más fácil de digerir y, como el calostro, protege contra muchas infecciones comunes, especialmente las del sistema gastrointestinal y respiratorio.

Como experiencia, el amamantamiento tiene efectos muy positivos tanto para el bebé como para su madre, al reforzar el lazo que les une. En el bebé imprime seguridad y le hace sentirse protegido, mientras crece de forma saludable. En la madre, le ayuda a sentirse capaz de cuidar de alguien, al ver cómo gracias a sus pechos el bebé se ve cada día más fuerte.

Pese a todo, no siempre es positivo, o no en todas las etapas. No lo es cuando uno de los dos implicados sufre por determinadas razones.

Cuando una mujer siente rechazo por su bebé, el amamantamiento puede convertirse en una verdadera tortura en la que se ponen a prueba sus nervios de una forma fatalista. Lo más perjudicial de estas situaciones es el sentimiento de culpa que puede generar en la madre el ser consciente de estas sensaciones; por eso creemos que es importantísimo que hablemos sobre lo que nos ocurre. Si estás pasando por esta difícil situación, continúa leyendo que, a continuación, te ayudamos a poner en palabras lo que te ocurre.

¿A qué le llaman agitación del amamantamiento?

Se trata de una sensación muy desagradable que tienen algunas mamás que están dando el pecho a uno de sus hijos, que se manifiesta en un rechazo a darle de mamar. Podría definirse como una especie de calambre nervioso que se apodera intensamente de la mujer y la lleva a desear que su hijo deje de tomar pronto.

Las mujeres que han pasado por eso aseguran que es una sensación muy visceral y que no hay forma de evitarla. Y hacen especial énfasis en la terrible angustia que viene acompañada por ella, ya que sentir rechazo por lo que más quieren en el mundo es la peor sensación que pueda tener alguien.

Suele hacerse presente sobre todo en aquellas mujeres que están dándole el pecho a uno de sus hijos que ya tiene una cierta edad (alrededor de 2 años) o que están dando el pecho en tándem a dos de ellos; en este caso, el rechazo va dirigido al más grande de ellos.

Los síntomas son claros: la aparición de una especie de calambre que nos recorre todo el cuerpo mientras el niño toma el pecho, que nos lleva a parar de darle la teta. No necesariamente ocurre con todas las tomas, a veces suele darse en una en particular (sobre todo las de la noche). Y suele coincidir con la ovulación o durante los días en los que tenemos la regla.

A algunas mujeres se les presenta con uno de los hijos y después no vuelve a ocurrirle. Sea cual sea tu caso, es importante que sepas que se trata de un rechazo inconsciente e irracional que no puedes gobernar, por lo que negarlo seguramente solamente puede llevarte por mal camino, a potenciar tu angustia y a no hacerte cargo de tus sensaciones.

Se trata de algo que no podemos controlar, una sensación que no soportamos pero de la que no podemos escapar; que nos lleva a desear huir de la situación, a esconderse de nuestro hijo y de nuestra propia vida. Es una situación sumamente delicada y triste para cualquier madre. Ya que sentir rechazo por el ser que más amas en el mundo te hace sentir profundamente culpable y te lleva a un ciclo de tristeza delicado; que si no se trata con tiempo, puede derivar en una depresión o alguna crisis emocional profunda.

Una madre que sufre de rechazo del amamantamiento siente profundos impulsos de apartar a su hijo de su pecho, necesita separarse. En general no suele hablar del tema porque no le gusta sentir lo que le pasa y siente vergüenza de esas sensaciones. Es que nos resulta totalmente asqueroso admitir que rechazamos a nuestro propio hijo, que no deseamos que venga a pedirnos el pecho o, cuando esté tomando, estamos esperando el momento oportuno para quitárselo como sea.

Pero debes saber que no hay razón para avergonzarte. Se trata de un sentimiento animal, que genera el cuerpo y no la mente; es decir, nace de las entrañas. Y la mejor forma de resolverlo es enfrentándolo con madurez. Respecto a las soluciones debes saber que hay muchas formas de superar lo que te sucede, que no necesariamente implican el destete. Aquí te contamos cinco cosas que puedes hacer para estar mejor.

1- Habla sobre lo que te pasa

Este es el primer paso que debes dar. Habla sobre lo que te ocurre, encuentra alguien que sea capaz de comprenderte y de escucharte; una persona que no te juzgue y que te ayude a encontrar respuestas y alternativas.

No cargues con el peso tu sola. Habla con tu pareja, intenta hacerle saber qué es lo sientes, por difícil que esto sea. No te ahorres tus sentimientos respecto a la culpa o sensaciones de vergüenza. Explícale que no lo deseas, que darías lo que fuera por salirte de esos sentimientos, pero que es algo físico del que no puedes huir. Si intentas explayarte al máximo, seguro que él sabrá comprenderte y podrán arribar juntos a una solución que te ayude a sentirte mejor.

El paso siguiente es buscar ayuda profesional. Habla con alguien cualificado que pueda decirte que lo que te ocurre es perfectamente normal y que no eres una mala madre por sentir lo que sientes, ya que es una sensación primaria que genera tu cuerpo contra tu voluntad. Alguien que te explique que la agitación del amamantamiento es provocada por el funcionamiento de las hormonas y que se trata de un mecanismo instintivo que no es otra cosa que el deseo de destetar, el mismo por el que pasan todas las especies de nuestro grupo, los mamíferos.

También puede ser sumamente inteligente asistir a reuniones de grupos de madres que también estén pasando por eso. A partir de la empatía con aquéllas que padecen lo mismo que tú, puedes sentirte más contenida y comprendida, y afrontar con valentía lo que te aqueja.

Y, ante todo, recuerda. Si sufres agitación lo último que debes hacer es encerrarte en ti misma a causa de la vergüenza. Necesitas que te escuchen, que te mimen y te guíen en esta difícil situación. Así que, enfréntate con tus sensaciones y demuéstrate cuánto eres capaz de amar, amándote.

2- Analiza tu situación y toma decisiones

Una vez que has sido capaz de poner en palabras lo que te ocurre, lo siguiente es escudriñar tu vida y examinar tu situación.

Analiza en qué toma te ocurre y cuáles son las variables que deben darse para que lo lleves peor, etc. Cuando identifiques qué tomas son las que te resultan más insoportables podrás tomar la decisión de acortarlas o incluso negociar con tu hijo para eliminarlas. También puedes intentar dormirlo de otro modo, turnar el pecho con un biberón o entretener al niño con otras cosas para que no te pida el pecho.

A algunas mujeres les ocurre solamente durante el período de ovulación o la regla. Si es tu caso, puedes evitar amamantar estos días, para retomar una vez te sientas mejor.

Si te sucede cuando tu hijo mayor mama a la vez que el pequeño, puedes explicarle que lo mejor es que se organicen por turnos. Dile que podrá mamar cuando su hermanito termine y que, de ese modo, podrás dedicarte con más atención a él; posiblemente, lo entienda.

3- Intenta relajarte

Según se ha podido comprobar, aquellas mujeres que se encuentran relajadas sufren menos intensamente las sensaciones del agobio de la agitación del amamantamiento.

Si te notas alterada o incapaz de sobrellevar con tranquilidad tu vida de madre; lo mejor es que intentes tranquilizarte y te dediques más a ti misma. Puede ser una decisión genial comenzar algún taller o sesión de meditación, yoga, actividades artísticas y paseos por la playa o un lugar tranquilo.

4- Convence al niño para que cambie de posición

Cuando los niños van haciéndose grandes es normal que comiencen a mamar de una forma en particular, cogiendo el pezón de una manera que pueda resultarte molesta.

Revisa cuál es la posición de tu niño. Si notas que aprieta demasiado con los dientes o que te coge el pecho de una manera diferente, intenta corregirlo, porque suele ser esa una de las cosas que más rechazo genera en las madres. Es como el indicativo de que el niño ya está grande y que ha llegado la hora del destete.

Algunas cosas que puedes hacer son:

      • Colocar al niño más cerca de tu cuerpo para que no se quede con el pezón
      • Pedirle que intente succionar y no “morder”, para lo que debe abrir más la boca
      • Sujétate el pezón colocando los dedos en forma de U
      • Pedirle que mientras succiona de un pecho, no toque el pezón del otro.

Y sobre todo, intenta buscar una posición que te resulte cómoda para amamantar, en la cual te puedas sentir relajada y disfrutar de ese momento, como lo hacías antes.

5- Conversa con tu hijo

Los niños no son tontos, por lo que cuando la mamá siente rechazo, ellos lo notan. Es imprescindible que hables con él.

Explícale que no es que lo quieras menos y detállale tus sensaciones. Es la parte involucrada y tiene derecho a saber lo que ocurre; de lo contrario, se hará, ciertamente, ideas contrarias a las reales y todo esto puede derivar en un autorechazo o sentimiento de tristeza profundo. Además, las sensaciones de angustia y de ansiedad son totalmente contraproducentes ya que provocan que el niño pida el pecho una mayor cantidad de veces.

El diálogo con tu hijo puede ayudar muchísimo a la solución del problema, ya que puedes conseguir que mame menos rato o incluso que se duerma sin el pecho, tan solo sosteniéndolo en tus brazos y mimándolo. Puedes explicarle que en ciertas tomas no te sientes a gusto y que es mejor que sean más cortitas, por ejemplo.

El niño tiene derecho a saber lo que ocurre y es importante que entienda que no es su culpa y que no le querrás menos por eso que te está pasando. Puedes hacer de esta experiencia horrible un extraordinario aprendizaje, que te ayudará a saber que los niños son muy comprensivos y que pueden comprender cosas que nosotros, los adultos, solemos considerar “incomprensibles”. Además, te ayudará a estrechar un lazo mayor con tu peque.

Y, si pese a intentarlo todo no consigues dar con una solución y continúas sintiéndote mal, puedes optar por el destete. La lactancia debe ser una acción satisfactoria para ambas partes, si una no se siente a gusto no es razonable continuar con ella a la fuerza, porque provocará que te sientas peor respecto de tu hijo.

Para terminar, te recomendamos que antes realizar el destete te informes correctamente, a fin de hacerlo gradualmente y no dejar traumas o generar sufrimiento en el niño. Y recuerda que, pase lo que pase, debes procurar mantener la calma y comprender que tu niño te necesita, ante todo, saludable, sincera y feliz.

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